jueves, 4 de abril de 2013

La llegada

La llegada a Manila fue dentro del horario esperado, pasadas las 16:00 horas de la tarde.

Debo aclarar que antes de venir a vivir acá, había realizado algo de investigación acerca del país. Lo que hice fue lo usual, leer la entrada de Wikipedia, comprar su Lonely Planet, revisar documentales acerca de la vida diaria, leer muchos foros de viajeros y expatriados. Todo era con el fin de hacerme una idea.

Expectativas: Clima caluroso, pero me lo imaginaba como Brasil, así es que no debía ser terrible. Población bilingüe Filipino/Inglés. País muy americanizado, pero con una gran tasa de pobreza. (No quiero decir que en Chile no exista pobreza, pero según lo que habia leído, al parecer, la población que vivía con escasos recursos era alta). Se debía andar con la misma precaución que en cualquier otra capital de cualquier país. O sea, ok, vamos.

Realidad: Apenas salí del avión, sentí un calor sofocante y mis jeans pegados a las piernas, esto era mucho más caluroso que Brasil. Expectativa 1: adiós. Miré a mi esposo con ojos de huevo, él se rió y me dijo: "esto no es lo peor". A medida que avanzaba por el aeropuerto, sentía toda la humedad en mi ropa y en mi cara, es esa sensación incómoda que te hace abrir la ventana del baño luego que te has duchado...
Notaba que muchos letreros estaban escritos en el idioma local, muchos carteles con el lema turístico oficial de la nación "It's more fun in the Philippines"
Salimos del ingreso internacional a buscar nuestras maletas....y pude obtener una pequeña muestra de lo que era la cultura. Si ya en el aeropuerto de Dubai (la última escala antes de llegar) había notado ciertas conductas... ahora iba entendiendo un poco más lo que significaba vivir en un país con una alta densidad poblacional.
En la cinta del baggage claim había mucha gente y muy poco espacio. Era algo caótico, todos con sus carritos tratando de estar frente a la cinta que devolvía el equipaje. Atochamiento de carritos y personas, sumado un clima caluroso y húmedo, más... un viaje de más de 40 horas... no era ambiente apto para poner a prueba los ánimos.


Luego de esperar varios minutos, pudimos recuperar nuestras maletas y nos dirigimos a la salida del aeropuerto. ¡Parecía una carrera! Tuve que pedirle a un señor que fuera respetuoso y que no interpusiera su carrito en mi camino. ¿Realmente era tanta la desesperación por tomar un taxi?
Bueno, salimos a la calle y efectivamente el calor era algo que no se iba a ir. Estaba cansada, mi esposo igual. En la salida había un señor que organizaba los despachos de taxis. Su inglés era muy básico, pero asumí que debía ser una excepción.
Logramos tomar un taxi con dificultad (debido a la comunicación) Nuestras maletas no cabían atrás, así es que tuvimos que subir una con nosotros en el asiento trasero. Y ahí fue cayendo otro mito.... los filipinos hablan inglés MUY mal. El taxista apenas pudo hablar con nosotros y nosotros pudimos darnos a entender con mucha dificultad.

En el camino me fijé en la desbordante publicidad que ataca visualmente todos los lugares donde alcanza la vista. Mucha comida chatarra, tiendas de moda, centros de belleza. Todo apelaba a una estética americana/asiática pero dirigida, obviamente al público hablante filipino. O sea... palabras como 'sarap', 'pinoy', 'payat', 'pagpaputi' abundaban alrededor. Y fue la misma publicidad la que me abrió un pequeño panorama de la población. Supe, sólo mirando esos carteles, que existe una cadena de comida rápida que le hace buena competencia a McDonalds, se llama Jollibee, y que la comida predilecta tiene mucho aceite, mucha grasa, harto azúcar y cerdo. De la misma manera, supe de un postre típico, 'Halo Halo', el cual se veía bastante atractivo (aún no lo he probado, es un pendiente) y de la presión por estar delgadas/os (lo cuál es bastante contradictorio si se fomenta la comida poco saludable), y las modelos de los afiches; todas de piel blanca, alguna hasta con lentes de contacto de color verde que invita a 'envejecer de forma bella' llamando a un determinado centro dermatológico.

Debo decir que el viaje en taxi del aeropuerto al hotel me quedé dormida, porque estaba muy cansada y además, por lo lento del trayecto. Los 14 kilómetros que separan el hotel del aeropuerto los recorrimos en casi 2 horas. Sí. Caótico. Así es el tráfico en Filipinas.

A medida que avanzábamos, el conductor intentaba decir algunas palabras en inglés para explicar por dónde íbamos o simplemente para rellenar el silencio. Yo iba cabeceando, no recuerdo mucho, sólo recuerdo algo muy claro que dijo 'terrible traffic'. Vaya que sí.

Luego de todo ese tiempo, llegamos al hotel a las 19:20 horas. Recuerdo una cortesía del hotel muy linda. En la ventana habían pegado un cartel con nuestros nombres que decía 'Welcome home' y un trozo de brownie.

Lo comimos rápidamente y no quisimos salir, estábamos exhaustos. Traíamos jet lag, aunque no se notaba puesto que a esa hora, ya estaba oscuro. Simplemente sacamos nuestros pijamas, nos lavamos los dientes y eso era todo por ese día.

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