Es un real desafío permanecer acá sin aire acondicionado. Lo intentamos, en serio... de todos modos tuvimos que prenderlo durante el transcurso de la noche. Pero algo nos recordó que estábamos en el otro lado del mundo.... el Jet Lag!
Eran las 3 am y los dos estábamos así O.O
Ninguno hablaba al otro para no interrumpir el esfuerzo por tratar de volver a domir. No hubo caso. Sólo lográbamos dormir en intérvalos de 10 minutos. Hasta que finalmente decidimos levantarnos a las 5:30 am. Bajamos a tomar desayuno a las 6:30
Algo que me llamó la atención durante el espacio de tiempo en que nos levantamos hasta el desayuno, fue que desde la habitación del hotel, hubo un momento en el que escuché muchos gritos, una gran cantidad de personas entonaban cánticos motivacionales. Recordé que frente al hotel se encuentra un edificio en plena construcción... y lo primero que pensé fue: "Ah, una protesta, una manifestación"
Cuando me acerqué a la ventana para cerciorarme de lo que oía, me llevé una sorpresa.
Más de cien trabajadores de la construcción estaban realizando ejercicios matutinos, dirigidos por una persona que los guíaba. ¡Esos eran los gritos! Luego, se sentaron en el suelo y recibieron algunas instrucciones. Al rato después, subieron a realizar sus labores.
¡Desayuno buffet!
Primer acercamiento a la comida filipina, aunque nos decidimos por el desayuno conocido. Cereales, yogurt, frutas, té, café. Algo de pan (de molde), mantequilla.
Entre las demás opciones, estaban: pan dulce (incluso acá el llamado 'pan de sal' es dulce para nosotros), omelet, jugos de frutas conocidas y nuevas para nosotros (calamansi, guava, dalandan, pero también sandía y piña), pizzas, varios tipos de arroz, pastel de carne, pollo con alguna salsa, etc.
Durante el desayuno nos pusimos de acuerdo acerca de cómo se desrrollaría ese día, 1º de marzo. Fito tenía que trabajar, así es quedamos de almorzar juntos y él me pasaría a buscar al hotel. Una de las condiciones que había pedido al venirnos era que el hotel quedara a cuadras de la oficina.
Esa mañana consistió en conocer un poco del país a través del diario que nos traían todos los días.
Cuando dieron las 12:30, bajé al lobby del hotel y me encontré con Fito para almorzar juntos en algún lugar cercano. Apenas salí del hotel, me di cuenta lo que significaba estar bajo el sol en un país tropical; calor sofocante, sol quemante. Por esa razón, muchas mujeres y algunos hombres utilizan paraguas para evitar los rayos solares, una conducta que yo también adopté.
Luego de dar unas vueltas por el mall más cercano (SM Megamall), decidimos almorzar en un pequeño local de pizzas y pastas. Después de ello, buscamos un lugar para tomarnos las fotografías requeridas para nuestra visa de residentes temporales.
Cuando la jornada terminó, Fito llegó a casa y fuimos a buscar las fotografías que nos habíamos tomado algunas horas antes. Obviamente teníamos un poco de hambre, así es que decidimos buscar algún pequeño local para tomar once. Fue gracioso ver cómo Fito observaba el menú buscando alguna 'promoción para la once'... cuando le tuve que recordar que la once es un concepto chileno.
Así pasó el primer día.
Llegamos al sábado, cuando decidimos salir a caminar por los alrededores del hotel. Eso me permitió comprobar por qué la gente usa el automóvil o las motos. Es porque esta ciudad es poco amistosa para los peatones o caminantes. Las veredas están en pésimo estado, o simplemente no existen, árboles plantados en el medio, automóviles estacionados allí mismo, postes eléctricos instalados en la pasada, el olor de las alcantarillas manando en cada esquina, pésima iluminación pública. Eso me puso de muy mal humor... ¡¿cómo el alcalde no hacía nada?!
Pero luego recordé donde estaba. Claro, yo estando acostumbrada a una vida donde el entorno siempre fue lindo. Donde mi madre siempre buscaba la mejor mantención para los jardines. Cuando me casé, me fui vivir a una de las comunas donde hay una gran preocupación por el entorno, por las áreas verdes, las veredas limpias, del ornato de la ciudad.
Debía comprender que las diferencias socioculturales son lo primero que salta a la vista cuando uno se cambia de país.
Hasta el día de hoy, cuando ya ha pasado más de un mes, me alegra ver cómo existen algunos pequeños lugares que intentan mejorar el entorno, el paisaje... esa es la idea. Aún falta mucho por hacer acá... mucho, pero tengo la impresión que, felizmente, los filipinos saben a dónde quieren llegar con su país.
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